Proyecto fue financiado con fondos Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, y busca contribuir a la identidad y la memoria territorial de esta zona ubicada en la entrada norte de la región de Aysén.
Conchales, restos humanos, herramientas de piedra, corrales de pelillo y otras evidencias arqueológicas fueron registradas en los casi siete meses de investigación en la cual la comunidad local fue vital para desarrollarlo.
La guía presentada el pasado viernes en el Museo Regional de Aysén y que contó una gran participación de la comunidad recopiló información sobre las trayectorias humanas pasadas en Puerto Raúl Marín Balmaceda.
Para Constanza Roa Solís, arqueóloga de CIEP, e investigadora asociada del Museo Regional de Aysén, la idea de este proyecto era rescatar la profundidad histórica de esta localidad y su borde costero, así como contribuir a la valorización del patrimonio arqueológico de la región.
Afirmó Constanza Roa que existe una noción sesgada respecto al inicio de la colonización de la región relacionada a los ancestros de las familias que hoy la habitan, “la verdad es que Aysén tiene una historia en el interior de al menos 12 mil años y en la costa de alrededor de 6 mil años, entonces uno de los intereses de esta investigación fue vincular lo que es la historia reciente de la localidad con la historia remota y cómo su pasado prehispánico se relaciona con las poblaciones que se movieron por la costa y los fiordos desde hace más de seis mil años”.
Este proyecto involucró desde un comienzo a la comunidad local quienes colaboraron con relatos orales para realizar un registro de los puntos de interés arqueológico que ellos reconocían en el territorio. Para esto, fue clave el trabajo de Antonia Bahamondes, socióloga del proyecto, y la conformación de un equipo de trabajo con integrantes del colectivo cultural Mujer Austral de Raúl Marín.
Luego de eso, se ordenó esa información para la planificación de prospecciones por el borde costero, es decir, explicó Constanza Roa de CIEP, “acudimos a los sitios señalados para la caracterización y registro de los lugares arqueológicos y luego con toda esta información georreferenciada construimos esta guía de campo donde buscamos resumir los hallazgos de una forma amigable y didáctica para entregársela a la comunidad”.
Ricardo Álvarez, antropólogo y académico de la Escuela de Arqueología de la Universidad Austral de Chile, quien fue invitado para hablar de otras experiencias de investigación. De esta forma explicó Álvarez, quien ha trabajado cerca de 8 años en Cabo de Hornos y Chiloé, “acompañando a comunidades locales que estáninteresadas en resguardar y difundir su patrimonio ya que como académico uno complementa esa información, pero sin borrar esa información local que es lo más importante”.
Así, expuso el académico de la Universidad Austral de Chile, se rescata “el sentido que tiene para ellos los objetos, las costumbres de sus localidades; la idea es complementar el conocimiento científico con el local, y ver cómo eso refuerza la adhesión, el apego, sobre todo con los lugares que están siendo tan intervenidos hoy en día”.